Nace el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES)

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05-05-2022

De las más de nueve millones de personas mayores de 65 años residentes en España, cerca de dos millones vivirían en soledad. Los cambios culturales y demográficos han llevado a que los hogares unipersonales, lejos de ser una excepción, sean una realidad cada vez más habitual para un número mayor de personas. Estar solo no sería tanto un problema, como sí el hecho de que dicho aislamiento se produzca de manera involuntaria. En este contexto, surge el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), una iniciativa puesta en marcha por la Fundación Once, el CERMI, Cruz Roja o la Plataforma del Tercer Sector, entre otras entidades, que busca estudiar la dimensión que alcanzaría el problema en nuestro país, para la búsqueda de soluciones. Para ello, el Observatorio pone el foco en la colaboración público-privada, favoreciendo el encuentro entre administraciones y profesionales del sector, a fin de ofrecer una respuesta multidisciplinar a dicha problemática.

Presidido por Matilde Fernández, exministra de Asuntos Sociales, el Observatorio cuenta con un Comité Consultivo que, además de las entidades anteriormente señaladas, también estaría integrado por los sindicatos UGT y CC.OO, las Plataformas del Voluntariado, de Mayores y Pensionistas, de organizaciones de pacientes, el Consejo de Juventud y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).  Este órgano de encuentro y trabajo es el encargado de definir los planes y acciones que se pretenden llevar a cabo.

Pese a estar familiarizados previamente con la soledad no deseada, la pandemia habría planteado la necesidad de abordar de forma integral esta realidad que afecta a miles de personas en nuestro país. La dimensión del problema, así como las dificultades que tal situación plantea, habrían llevado a la Organización Mundial de la Salud a considerar este aislamiento involuntario como un problema de salud pública, dado los efectos que tal situación generaría en la salud de las personas tanto física como mentalmente. Un hecho que, en definitiva, se vería traducido en una peor calidad de vida para la persona, llegando incluso a poder influir en una mortalidad temprana. Aunque podría decirse que existen tantas soledades como personas que la sufren, dificultando en gran medida la respuesta que se da a esta problemática, la confluencia de ciertos factores influiría en que una persona sea más proclive a sufrirla. En este sentido, Matilde Fernández, incide en el hecho de que más de un 60% de las personas con diversidad funcional tendrían más de 65 años, volviéndolas más vulnerables a padecer un aislamiento involuntario.

Los datos preliminares del estudio llevado a cabo por SoledadES y, a los que se hacía referencia a finales del mes de abril durante la presentación del Observatorio, revelan la preocupación de la ciudadanía en torno a esta cuestión. Una afirmación que se ve reflejada en el hecho de que un 92,9% de la población española considere que la soledad no deseada constituye un problema social bastante o muy importante. Es por ello, por lo que una amplia mayoría de ciudadanos vería prioritario que las administraciones centren sus actuaciones en combatir este problema. Acción que, a su vez, ha de ir acompañada de cierta colaboración ciudadana, en aras de garantizar una detección temprana que permita poder combatir a tiempo los estragos de la soledad.