Llamando a la puerta de la soledad no deseada

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17-11-2020

En España existen cerca de cinco millones de hogares unipersonales, de los que más de dos millones estarían habitados por personas mayores de 65 años, según la Encuesta Continua de Hogares (ECH) del 2019, elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). La soledad no deseada es, a día de hoy, uno de los principales retos a los que se enfrentan las sociedades más avanzadas de cara a los próximos años, no obstante, el sentimiento de soledad no estaría intrínsicamente relacionado con el mero hecho de vivir solo, dependiendo de otros factores mucho más complejos y en los que el grado de vulnerabilidad del individuo actuaría como un indicador importante.

El estigma social que ha existido siempre hacia este sentimiento de vacío, abandono o desprotección de quien lo padece ha dificultado enormemente el proceder a su temprana detección, actuando como un problema bidireccional, en el que confluirían la falta de predisposición del individuo a reconocer una realidad difícil, unida a la, en muchas ocasiones, inexistente capacidad de reacción ante un problema ajeno, por parte de una sociedad cada vez más individualista. Para el Doctor en Psicología Javier Yanguas, el primer paso para conseguir revertir esta situación comienza por entender la soledad como un proceso natural en vez de como un fracaso. Así lo exponía durante su intervención en el debate organizado por la Fundación la Caixa, “Soledad y personas mayores: El reto del abordaje desde sus múltiples dimensiones”, celebrado en la tarde del 12 de noviembre. “Hay que integrar la vulnerabilidad”, destacaba. Una postura, que a su vez era respaldada por la también Doctora en Psicología, María Márquez, quien consideraría que la actual coyuntura estaría jugando un importante papel a la hora de humanizar y comprender ese sentimiento de desprotección que muchas veces derivaría en un nuevo caso de soledad no deseada. “La situación que estamos atravesando ahora, que está haciendo más visible la vulnerabilidad en muchos sentidos, nos está enseñando muchas cosas a este nivel. El vivir nosotros mismos y reconocer nuestra propia vulnerabilidad nos acerca a entender la de otros”, apuntaba.

Un sentimiento diferente para cada persona

Son muchos los factores que podrían actuar como desencadenantes de esa sensación de tristeza, que de manera contraria a lo que se piensa, no siempre vendría acompañada de un aislamiento social, sino más bien de la convergencia de ciertos agentes externos y personales, que darían lugar a tal desasosiego. Sentirse solo, por tanto, no dependería del número de personas que confluyan alrededor de uno mismo, sino más bien respondería a cuestiones como la pérdida de un ser querido. “No es la pérdida en sí lo que genera la soledad, sino la manera de llevarlo”, destacaba Márquez. De esta manera, la aceptación o la propia gestión de las emociones ante una situación complicada determinaría en muchos casos el riesgo a sufrir una realidad como la señalada. Pero no todas las soledades son iguales, una de las mayores complejidades que representa es que, tal y como recordaba la Doctora en Psicología, “cada caso de soledad es un mundo”. De hecho, para Javier Yanguas, más allá de prestar atención a esa soledad social o emocional, también debería profundizarse en la conocida como soledad existencial, aquella por la que el mundo del individuo parece alejarse del de los demás. “Yo creo que la soledad y el sentido de la vida están muy unidos”, agregaba. Es por ello, por lo que el también director científico del Programa de Mayores de la Fundación La Caixa habla de llevar a cabo una “deconstrucción” del día a día, cambios en la vida cotidiana que permitan salir de ese sentimiento de soledad. Un importante paso para el que es necesario estar motivado y para el que la mejor prevención comienza por llevar a cabo un proyecto de vida, creando una identidad propia que permita hacer frente a aquellas situaciones sobrevenidas.

Trabajando en esa motivación a la que Yanguas hacía referencia, desde el Programa Siempre Acompañados de la Fundación la Caixa, ponían en marcha recientemente la iniciativa “Llama a la Puerta”, un proyecto encaminado a concienciar a la ciudadanía sobre la soledad no deseada en las personas mayores, dándole visibilidad y transmitiendo la importancia de crear vínculos para poder actuar frente a ella. Porque el llamar a la puerta, es muchas veces el mejor aliciente para aquellas personas que, sin decirlo, necesitan que alguien les devuelva las ganas de reconectarse con la sociedad.

Actualmente, el Gobierno de España se encuentra trabajando en la elaboración de una Estrategia Nacional de lucha contra la soledad no deseada entre la población de mayor edad, a fin de poner solución a una cuestión que llevaría años presente en nuestro país y que la pandemia habría evidenciado.