CEOMA demanda un protocolo de actuación que proteja a los mayores frente a la emergencia climática

A
escasas semanas de que tengan lugar las próximas olas de calor, la
Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA), organizaba el 14
de marzo en la sede de la Comisión Europea en España el acto “Los
retos de la emergencia climática para el envejecimiento, la vida y el futuro”.
La actividad se enmarca en el “XI
Congreso Nacional de Organizaciones de Mayores” que tendrá lugar en Barcelona los
próximos 20 y 21 de abril. El acto ponía el foco en la emergencia climática
y las catástrofes naturales, reivindicando la necesidad de contar con
protocolos y planes de acción que protejan a las personas mayores frente a estas
situaciones.
“Nadie
puede negar las muertes relacionadas con la emergencia climática”, afirmaba contundentemente
Sabina Camacho, presidenta de CEOMA, quien a su vez destacaba la relación entre
esta realidad y la pandemia de la COVID-19. En tal cuestión, también reparaba Carlos
Ferreyra, presidente de la Alianza del Clima, Vida y Salud Internacional y
vocal de la Comisión de Asuntos Internacionales de CEOMA. “Allí donde hay un
desastre, una sequía no hay políticas de protección para las personas mayores.
Como en la pandemia, en la que no hubo protocolos dirigidos a este colectivo”,
apuntaba.
El
incremento de la temperatura media de la Tierra, actualmente por encima de 1°C respecto
a los valores preindustriales, y que las predicciones científicas sitúan en 3°C
para mediados de siglo, favorecería situaciones extremas como sequías, inundaciones
o el incremento de las temperaturas, cuyos efectos serían más nocivos en
colectivos como el de las personas mayores. En lo que se refiere a las olas de
calor, estas constituirían, según Ferreyra, “una grave agresión contra la vida”.
Según
datos proporcionados por el Instituto de Salud Carlos III, el 96% de los decesos
atribuibles a estos periodos de tiempo con temperaturas excesivamente altas ocurridos
en 2022, fueron personas mayores de 65 años. En este contexto, Ferreyra hacía
mención al fenómeno térmico de las islas de calor, por el que los entornos
urbanos registrarían temperaturas más altas durante las noches en comparación
con aquellas zonas situadas en la periferia. “La vivienda se transforma en un
horno, y ahí es donde las olas de calor están afectando en Europa”, señalaba
Ferreyra. Convertir las ciudades en entornos más respetuosos con quienes lo
habitan sería una cuestión prioritaria que ha de ser contemplada por los
poderes públicos. Es aquí donde cobraría importancia la creación de los
llamados refugios climáticos, a los que, hacía referencia María Neira,
directora de Salud Pública y Medioambiente de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), cuya finalidad sería lograr combatir el calor extremo.
Compromiso
de los adultos mayores y las Administraciones Públicas
La
implicación de las personas mayores resultaría fundamental para el diseño de protocolos
que logren dar respuesta a sus necesidades. “Hay que tener planes de
prevención, mecanismos de alerta y también mecanismos de respuesta”, apuntaba
Neira, quien destacaba que se ha de impulsar una declaración de emergencia
climática en adultos mayores. Si bien, las
políticas públicas serían el medio a través del que poder actuar y mitigar los
impactos derivados de la emergencia climática, la responsabilidad no solo habría
de recaer en las Administraciones, siendo el compromiso adoptado por los
adultos mayores una cuestión prioritaria. “No hay ningún cambio en la sociedad
si los propios protagonistas de ese cambio no participan”, argumentaba Ferreyra.